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Como Corregir a los Hijos


Existen muchas formas de entender el castigo físico. Muchas formas de explicarlo y definirlo. Sin embargo, ninguna manera de justificarlo.

 

Save de Children, ha difundido una campana denominada "Educa, no pegues", empleada para la sensibilización contra el castigo físico en la familia.

 

La práctica del castigo físico está fuertemente enraizada en nuestra sociedad en la que se ha trasmitido a través de las generaciones, pero eso no quiere decir que eso este bien, ni sea la mejor o la ideal forma de educar a un niño. Como padres, y dentro de una sociedad que cada día se preocupa más con la educación de los niños, debemos buscar alternativas más constructivas y positivas, que estimulen su desarrollo sano, y que nos haga sentir bien a todos; queremos que los responsables de los niños busquen y experimenten  otras formas más constructivas de educar. El pegar no enseña, no educa, solo representa amenaza y sumisión a los niños. El castigo físico enseña al niño a tener miedo y a ser sumiso a tal punto de disminuir su capacidad para crecer como persona autónoma y responsable.
Los castigos de los padres, mediante violencia física o verbal, son para el niño un modelo de conducta agresiva. Si el niño vive rodeado de este modelo, estará adquiriendo el hábito de responder agresivamente a las situaciones conflictivas. Cuando los padres castigan mediante violencia física o verbal se convierten para el niño en modelos de conductas agresivas. Cuando el niño vive rodeado de modelos agresivos, va adquiriendo también comportamientos agresivos.

 

No se quiere decir con eso que no se debe castigar al niño. Pero el castigo debe ser utilizado de una manera racional para mejorar la conducta del niño. No debe depender de nuestro estado de ánimo. Hay que controlarse para poder controlar al niño. No se debe aplicar un castigo con gritos o con riñas, porque esto indica que nuestro comportamiento es negativo y vengativo, lo que reforzará a una conducta no aceptable.

 

Antes de aplicar el castigo, hay que oír al niño, pero no se debe aceptar excusas o promesas por su parte. El niño debe saber que no hay excusas ni explicaciones para la agresión. Que no se debe hacer daño a los demás y que por eso será castigado.

 

Es primordial que se corrija la conducta del infante en el momento que se advierte, no hay que esperar que él emita toda la cadena de conductas agresivas para darle el castigo. El tipo y el modo de castigo no pueden provocar fuertes respuestas emocionales en el niño castigado. Y hay que conciliar el castigo con reforzamiento de buenas conductas que harán con que el niño piense en cómo se debe comportar, y en lo que ha hecho para estar  castigado. Cuando el niño es mayor, hay que ayudarlo a desarrollar sus habilidades de autocontrol, utilizando el castigo dentro de un contexto de un cambio de conducta.



 

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